
La Leyenda De La Niña Guacamaya
En medio del bosque había una bandada de guacamayas que canturreaban alrededor de una choza; allí se escuchaba un llanto permanente.
En medio del bosque había una bandada de guacamayas que canturreaban alrededor de una choza; allí se escuchaba un llanto permanente.
Esa noche tuvo un sueño muy especial: correteaban por dentro del árbol unos niños que reían y gritaban. De repente se formaron en fila india de frente al mar, vino una ola fuerte que los baño a todos, quedando sus figuras estilizadas y todos de la misma estatura. El primero de la fila se lanzó al mar y todos lo siguieron.
El viejo Chamán de 105 años, perteneciente a la etnia Zenù, contaba que había visto en un sueño como se había formado el archipiélago de San Bernardo.
Era una hermosa extensión de tierra, de temperaturas muy altas, donde se había formado un bosque de grandes árboles y muchos lagos de aguas cristalinas y multitud de animales caracterizados por su gran tamaño: había peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos.
La tarde era esplendorosa, el sol iluminaba la playa y calentaba la arena; a cierta distancia de mí, un grupo de niños jugaban, gritaban y reían, alrededor de un gran árbol de mangle que tendido sobre la playa era coco por dentro.
Los indios Guayaberos habían constituido su tribu en plena serranía de la Macarena; allí habitaban apaciblemente, viviendo de la caza y la agricultura.
Llovía intensamente, el viento soplaba y aquellos árboles se movían como papelillos tirados al aire; junto al rio apiñados en los arboles gritaban los monos titÍs y tamarinos.
En medio del bosque había una bandada de guacamayas que canturreaban alrededor de una choza; allí se escuchaba un llanto permanente.
Esa noche tuvo un sueño muy especial: correteaban por dentro del árbol unos niños que reían y gritaban. De repente se formaron en fila india de frente al mar, vino una ola fuerte que los baño a todos, quedando sus figuras estilizadas y todos de la misma estatura. El primero de la fila se lanzó al mar y todos lo siguieron.
El viejo Chamán de 105 años, perteneciente a la etnia Zenù, contaba que había visto en un sueño como se había formado el archipiélago de San Bernardo.
Era una hermosa extensión de tierra, de temperaturas muy altas, donde se había formado un bosque de grandes árboles y muchos lagos de aguas cristalinas y multitud de animales caracterizados por su gran tamaño: había peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos.
La tarde era esplendorosa, el sol iluminaba la playa y calentaba la arena; a cierta distancia de mí, un grupo de niños jugaban, gritaban y reían, alrededor de un gran árbol de mangle que tendido sobre la playa era coco por dentro.
Los indios Guayaberos habían constituido su tribu en plena serranía de la Macarena; allí habitaban apaciblemente, viviendo de la caza y la agricultura.
Llovía intensamente, el viento soplaba y aquellos árboles se movían como papelillos tirados al aire; junto al rio apiñados en los arboles gritaban los monos titÍs y tamarinos.
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